¿Cómo voy a darte una excusa? Es domingo y la tarde está cargada de retales de recuerdos. Huele a fracaso personal y a conciencia de segunda mano. Me tiemblan las manos y casi no me quedan uñas que morder. Benditos reencuentros; ¿Quién los inventaría? Tienen el tacto de las nubes y se arrugan al contacto con la piel. Cuando me llamaste no pensé qué... Cuando me llamaste no pensé. Porque tus caricias eran de necesidad urgente y de amnesia voluntaria. Por eso aparecí en tu casa. Borracha de ilusiones, pidiendo la absolución del vacío. Por eso entré en tu boca levitando sin más impulso que el recuerdo de nuestras noches de nórdico y comidas caseras. Por eso me acogiste, idiota. Por eso abriste los brazos y las piernas como el que recibe lo añorado, por eso te precipitaste a mi cuello como quién devora el buzón en busca de una carta con noticias. Cómo puedes pedirme cuentas con los besos que me debes... Cómo puedes mendigarle motivos a mis cicatrices. . Por eso nos desnudamos sin respeto , nos comimos sin cautela y nos corrimos sin permiso. Por eso salí de puntillas mientras tú te hacías el dormido. ¿Cómo voy a darte una excusa para fingir que ya no eres mi sed? Si he tenido que ir a buscarte para pedirte de una puta vez que equilibres estos kilos de tristeza con gramos de polvo en nuestro aire...