No sabes lo que quieres, pero te descubres a tí misma espiando por la mirilla de la habitación.
Con un quejido angustioso, te sientas y apoyas contra la puerta. Notas los gritos colándose en tus oídos, y entonces, tú también quieres chillar. Levantarte sobre tus plantas y romper todos los pomos de cristal. Quebrarte en la escalera y no volverte a curar.
Respiras, quieta; ¿qué haces? ¿qué miras? Divina y mortífera es la culpa que sobre tus hombros se agrupa. La furia se queda en tu mirada y las ganas de mandarlo todo a la mierda van cada vez a más.Pero sus ojos penetrantes se te meten en el pecho y , calman el animal que llevas dentro.
Con un quejido angustioso, te sientas y apoyas contra la puerta. Notas los gritos colándose en tus oídos, y entonces, tú también quieres chillar. Levantarte sobre tus plantas y romper todos los pomos de cristal. Quebrarte en la escalera y no volverte a curar.
Respiras, quieta; ¿qué haces? ¿qué miras? Divina y mortífera es la culpa que sobre tus hombros se agrupa. La furia se queda en tu mirada y las ganas de mandarlo todo a la mierda van cada vez a más.Pero sus ojos penetrantes se te meten en el pecho y , calman el animal que llevas dentro.
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