Séptimo día de mi nueva vida.
Un apoteósico mas de mis turuletos pasos hacia el futuro.
Es el precio de cumplir sueños nena.
Y no esta tan mal. y siempre fue fácil acostumbrarse a lo nuevo.
Lo que no suele ser tan fácil es no necesitar lo antiguo y mas cuando dejas personas por valor de tesoros atrás, a las que tarde o temprano volverás a ver, si, pero sigue sin ser lo mismo.
A aunque esto se le parece bastante, mis pies echan de menos las piedras.
Estoy rodeada de buena gente, pero las caras familiares ahora se ven a través de la pantalla. Y siempre viene bien un achuchón de parte de ellas, menos mal que se que están bien.
Cuatro paredes distintas ahora conforman mi nueva vida a la que no terminare nunca de acostumbrarme, litros y litros de madurez en la despensa y unas nuevas llaves.
No esta tan mal. Pero tampoco esta tan bien.
Quiero patio, risas, patatas asadas en cualquier sofá, quiero a mi niña subiendo las escaleras gritando tita, quiero juergas flamencas sin planear, quiero aurora, quiero a mis ojillos azules, quiero a mi madre obligándome a comer acelgas, la quiero a ella, mas que nadie.
Este es el precio de los sueños, nena. Me repite siempre.
Menos mal que ella misma, la que me echa de menos y llora por las noches porque ya no esta su niña es la misma que me enseño a enfrentarme al mundo, a comérmelo de un bocado y que cueste lo que cueste los sueños siempre son lo primero.